Julián Ocampo, de 32 años, vive en Ituzaingó y decidió anotarse en Cuestión de peso para “cambiar su calidad de vida”. Actualmente es empleado administrativo y, si bien hace unos años jugaba al rugby, hace varios años que no hace ningún deporte.
“El problema del exceso de peso empezó hace un año y medio”, estimó Julián en su presentación. “Cuando me quise dar cuenta ya había aumentado un número considerable. Tuve un bajón anímico y me refugié en la comida y en el sedentarismo”, admitió el joven que vive con su mamá y su hermana.
“Estoy en pareja, pero no conviviendo por ahora”, contó el nuevo participante que reconoció que, a raíz del sobrepeso, suele tener discusiones con ella quien le insiste en que se cuide más comiendo más sano o achicando las porciones. “Me da miedo una muerte repentina”, admitió Julián.

Julián está decidido a cambiar su calidad de vida
“Estoy desayunando pensando qué voy a almorzar. Estoy almorzando pensando qué voy a cenar. Siento que perdí calidad de vida y tiempo en general”, agregó Julián durante su presentación en Cuestión de peso. Sin embargo, aún sueña con retomar sus caminatas por la montaña que tanto desea hacer.
“Creo que es momento de encararlo y hablarlo, solucionarlo. Para eso estoy acá”, afirmó el nuevo participante del programa que contó que el momento de quiebre para anotarse fue a partir de una charla con un amigo quien le dijo que estaba preocupado porque no lo veía bien de salud.
Julián, quien actualmente pesa 167,700 kilos, admitió: “No le podía encontrar la vuelta. Me he anotado en gimnasios, he buscado dietas en internet, ayuda médica. Y no lograba encontrarle la vuelta, honestamente”. Luego del análisis de los profesionales, se estableció su primera alta en 127,700 kilos.

Así vive y come Julián, nuevo participante de Cuestión de peso
Al abrir las puertas de su casa en Ituzaingó, Julián mostró en Cuestión de peso cuál es su rutina diaria. En primer lugar, contó que hacer cosas cotidianas como atarse los cordones o subir a su auto “se le complica el doble que a otras personas”.
Con respecto a la comida, reveló que suele comer 200 gramos de maní por día porque es un snack que “le encanta”. “Para desayunar, prefiero lo dulce. Pero si hay una pizza o un sándwich, también como”, admitió el nuevo participante que, al mediodía, almorzó milanesas con fideos y gaseosa.

“Me genera cierta angustia quedarme con hambre. Me cuesta controlar el apetito excesivo”, admitió Julián quien sumó: “Me gustaría darme la oportunidad de comer un poco más sano pero me cuesta. Me tienta mucho todo lo que es grasoso, lo que tiene sal, lo frito y la comida rápida”.
Además de la comida, su otro vicio es el cigarrillo. “Cuando dejé el deporte, empecé con el tabaco. Fumar me provoca una sensación parecida a la de la comida, como que se calma un poco la ansiedad. Son los dos refugios nocivos”.