En Cuestión de peso se vivió un momento tan nutricional como divertido cuando Alberto Cormillot y Estefanía Pasquini revelaron cuál es el sándwich perfecto que ambos comen cada domingo a la noche.
Todo comenzó cuando en el programa se habló sobre el “sándwich ideal según Harvard”, una propuesta de la prestigiosa universidad estadounidense que recomienda pan integral, palta, cebolla, lechuga, zanahoria y alguna proteína magra como atún o pollo para lograr una opción saludable, saciante y equilibrada. “Es un sándwich nutricionalmente perfecto”, dijo Pasquini, enumerando cada ingrediente.
Sin embargo, cuando llegó el turno de Cormillot, el médico fue clarísimo: “No es el perfecto, es el que me gusta a mí, el que me piacce. Eso lo hace perfecto”.
Y así presentó su creación, a la que considera intocable desde hace más de 15 años. La receta es simple, pero muy estricta: pan blanco tostado, una base generosa de queso blanco, una pasada de mostaza, lomito ahumado —o jamón magro, llegado el caso—, picles (“pepinitos para que no se escapen”, bromeó), un huevo a la plancha y nuevamente un poco más de queso blanco en la tapa. “Esto es lo que yo como todos los domingos a la noche. Religiosamente. Se hace así. Y las cosas no se cambian”, remarcó entre risas.

El método de consumo también tiene sus reglas. El sándwich se envuelve en papel aluminio para evitar accidentes: “Se va abriendo como si fuera una banana, de los dos lados. Si no, es un lío”, explicó el doctor mientras todos estallaban de risa.
Y acá viene uno de los detalles más curiosos: cada bocado se acompaña con media castaña de cajú más un sorbo de caldo light. “Sándwich, castaña, sándwich, castaña… desde hace 15 años es así. Si no, no funciona”, afirmó muy serio.
El Dr. Cormillot en los récords Guinness
Entre referencias culinarias, previamente, Cormillot sorprendió con una anécdota vintage: “En 1996 tuve el récord Guinness del sándwich más largo del mundo. Estoy en el récord, no en el libro, porque estar en el libro es otro costo”, confesó, explicando que la pieza medía varios metros y que tuvo que llegar entera a la mesa frente a los jueces para ser validada. “Algo de experiencia en sándwiches tengo”, remató con picardía.
Lo cierto es que, entre el sándwich perfecto de Harvard y el sándwich perfecto de los Cormillot, quedó claro que cada uno tiene su encanto: uno es equilibrado y académico, el otro es personal, ritual y con toque dominguero.
Pero para el doctor no hay debate: “Eso lo hace perfecto. El que a uno le gusta, es perfecto”. Y en ese punto, nadie se animó a contradecirlo.




