Un estudio científico trajo buenas noticias para la autoestima y el ego masculinos. Porque de acuerdo con un trabajo realizado por investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, el tamaño del pene creció en promedio en los últimos 80 años.
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Sin embargo, la causa de ese incremento no es todo lo saludable que se desearía: según el trabajo científico, se debería a la contaminación, la cual también se incrementó en casi un siglo.
El trabajo fue publicado en base a 75 estudios comparativos realizados entre 1942 y 2021, en los que se evaluó el tamaño del miembro de 55.761 hombres.
Y, según los datos relevados, el pene se alargó, en las últimas tres décadas, de 12,1 a 15,24 centímetros en promedio.
En diálogo con el portal Europa News, el investigador Michael Eisenberg aseguró que “el aumento ocurrió en un período de tiempo relativamente corto. Cualquier cambio general en el desarrollo es preocupante, porque nuestro sistema reproductivo es una de las piezas más importantes de la biología humana”.
Y agregó, como para resaltar lo dramático del descubrimiento: “Si estamos viendo un cambio tan rápido, significa que algo poderoso le está sucediendo a nuestros cuerpos”.
La sorpresa de los investigadores respecto del pene
Es que los investigadores se sorprendieron por los resultados del estudio, ya que habían previsto una disminución del miembro, en lugar de lo opuesto.
En tren de buscar explicaciones al inesperado incremento, la presencia de productos químicos nocivos en los plaguicidas y productos de higiene es una de las principales, que causa bastante preocupación.
“Estas sustancias químicas disruptoras endocrinas existen en nuestro medioambiente y en nuestra dieta”, advirtió el científico.
“A medida que cambiamos la constitución de nuestro cuerpo, eso también afecta nuestro entorno hormonal. La exposición química también se ha postulado como una causa de que los niños y las niñas entren antes en la pubertad, lo que puede afectar el desarrollo genital”, añadió.
Y, en ese sentido, estos productos químicos estarían teniendo un profundo impacto en los sistemas reproductivos masculinos, con caídas en el conteo de espermatozoides de hasta un 59 por ciento entre 1973 y 2011.
