La madre del joven fallecido en Neuquén, quien fue encerrado por su padre en una casa en llamas, relató la insensibilidad del mensaje con el que su expareja le informó sobre el crimen. Al preguntarle por teléfono: “¿Dónde está el nene?”, él respondió fríamente: “Muerto, ¿dónde va a estar?”.
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El trágico caso del asesinato de Nazareno Agustín Jara tiene como protagonista a Federico David Alejandro Costich, un hombre de 39 años, considerado como el principal sospechoso. Costich no solo confesó haber provocado el incendio, sino que también se quedó observando cómo la casa ardía en llamas.
El suceso ocurrió durante la madrugada del martes 26 de marzo en una residencia situada en las calles Carlos H. Rodríguez y Mastropiedra, en Cumelén. Los bomberos y la Policía de Neuquén acudieron al lugar tras recibir el aviso del incendio por parte de los residentes locales.
La hipótesis principal señala al padre de la víctima como el responsable del crimen. Durante las primeras horas posteriores al incidente, su paradero era desconocido. Sin embargo, poco antes de la medianoche del jueves, se presentó en la Comisaría Tercera en compañía de dos abogados y confesó su culpabilidad.
Además, una testigo declaró que ambos individuos habían estado consumiendo drogas durante tres días seguidos, incluyendo cocaína y pasta base, lo que desencadenó una intensa disputa entre Jara y Costich. Según esta versión, el padre prendió fuego a unos trapos y los arrojó en varios puntos de la casa, lo que habría iniciado el incendio.
Cómo sigue el caso del hombre que incendió su casa con su hijo dentro
Durante el transcurso del sábado 30 de marzo, el Ministerio Público Fiscal procedió a notificar oficialmente a Costich los cargos en su contra. Al entrar a la sala de audiencias, el hombre advirtió la presencia de Ana, la madre de Nazareno, entre el público. Mientras le quitaban las esposas, Costich le lanzó un beso hacia su expareja.
A pesar de que llevan 18 años separados y apenas mantienen contacto, ella interpretó este gesto como una provocación. Ana relató que el día del fallecimiento de su hijo, llamó a Costich por teléfono y le preguntó: “¿Dónde está el nene?”. La respuesta del acusado fue: “Muerto, ¿dónde va a estar?”.
El 24 de marzo, dos días antes del asesinato de su hijo, Costich agredió violentamente a su hija en presencia de la novia de Nazareno. Además de los golpes, le prendió fuego en el rostro con un encendedor que convirtió en un lanzallamas utilizando un insecticida en aerosol.
Cuando la joven intentó escapar, el hombre bloqueó el portón con una barra y la mantuvo cautiva. Después del ataque, le pidió disculpas: “Disculpame, me las mandé”, le dijo.
Por este motivo, también fue acusado de lesiones leves doblemente agravadas por el parentesco y la violencia de género, además de privación ilegítima de la libertad, con los mismos agravantes, y amenazas.
