El “dropping”, que es la actividad de abandonar a los menores de edad de noche en medio de un bosque para que aprendan a arreglárselas solos, puede parecer una aberración y un acto sádico en un país como la Argentina. Pero que en los Países Bajos es una práctica muy común desde hace varias décadas y que es llevada adelante por padres, colegios primarios y grupos de boy scouts.
Esta tradición consiste en dejar grupos de nenes, en medio de la noche en lo profundo de una zona boscosa para que encuentren el camino de salida sin ayuda de los adultos, sin celulares y solo con linternas.
Sin embargo, cada vez crece más el escándalo por esta costumbre, ya que los accidentes con menores se van sucediendo y son más las voces que se preguntan hasta qué punto no generan traumas infantiles difíciles de erradicar.
De acuerdo con el medio “Slate”, el dropping comenzó entre los scouts holandeses, acostumbrados a llevar a pequeños grupos de niños con los ojos vendados al medio del bosque, preferentemente de noche, para que se organicen y así logren encontrar el camino de regreso ayudados por una brújula y sus habilidades para orientarse.
Los riesgos del “dropping”
Esta actividad apunta a desarrollar la autonomía, el trabajo en equipo y la toma de responsabilidades en los niños. De acuerdo con Thomas Postma, jefe scout holandés, “el dropping no solo es un juego, también es una experiencia de aprendizaje que permite a los menores a desarrollar su sentido de la orientación y su autoconfianza. El objetivo es perderse y aprender a no tener miedo”. Y, su colega Caroline Kauffman, agregó: “Creo que los niños aprenden por la experiencia más que a través de sus padres, quienes tienden a advertirlos de cualquier cosa”.
Pero la preocupación de los adultos empieza a tomar la delantera, conscientes de que están dejando a menores solos en lugares inseguros. Ya ha habido casos de chicos que se lastimaron en el bosque, que han sido atropellados por autos o incluso que fueron olvidados por sus progenitores, jefes scouts o maestros.
