Un británico que vio en un aviso la casa de sus sueños no pudo evitar las ganas de comprarla. Se trataba de un palacio del siglo XV ubicado en el sur de España, pero su sorpresa fue mayúscula cuando fue a recibir la propiedad, ya que ahí se enteró que tenía que compartir la cocina con otras dos familias.
Steven Najda tiene 67 años y, en una visita a la localidad de Arcos de la Frontera, ubicada cerca de Cádiz, en Andalucía (sur del país), conoció la Casa del Conde del Águila, un palacete histórico del siglo XV construido en un estilo mezcla de gótico y árabe que le fascinó.
Y mayor fue su entusiasmo cuando vio que estaba a la venta, por lo que no lo pensó dos veces y, considerando que se trataba de una oportunidad única, compró la mitad de la planta baja por 140 mil dólares (unos 140 millones de pesos, al tipo de cambio blue). Sin embargo, Najda no tenía ni idea que ese precio, bastante bajo para una propiedad histórica como esa, traía una sorpresa en su interior: que la cocina era compartida.
Entrevistado por el diario The Daily Mail, el hombre contó su experiencia cuando le entregaron la vivienda y, un par de días más tarde, vio ingresar a sus dominios una extraña.
“Todo empezó una mañana cuando una desconocida apareció con su perro. Cuando le pregunté qué demonios estaba haciendo, me enteré de que había dos puertas que conducían directamente desde otras casas a mi cocina”, empezó relatando el británico.
Y prosiguió: “Obviamente lo consulté inmediatamente con mi abogado y resultó que (esa persona) tenía razón. Fue completamente devastador: la compré pensando que sería la base para una nueva vida en España, pero ahora apenas vengo porque no quiero vivir bajo la amenaza de que gente al azar se siente en mi cocina”.
Leé también
El propietario, afectado por sus vecinos
Fue así que Najda habló con su abogado y un escribano para saber cuándo iba a ser propietario único de todo lo que compró, pero tuvo la mala noticia de que le confirmaron que el derecho de uso de la cocina era compartido. Pero lo peor llegó semanas más tarde: uno de los vecinos le robó su máquina de café, valuada en mil dólares.
Como si esto no fuera suficiente, al hombre le quitaron todas las plantas y un sistema de riego que había instalado en un patio comunitario. Y luego, otro vecino conectó ilegalmente un caño a su red de agua, desviando el suministro.
“Me estaba recuperando de un derrame cerebral cuando todo esto ocurrió. Me ha afectado mucho, tanto financiera como mentalmente. He gastado unos 20 mil dólares en todo el trabajo, incluido el pago de pintar la casa de un vecino y de poner vigas nuevas en la cocina para evitar que la casa de mi vecino se derrumbara”, reveló Najda.
