Es un clásico que, cuando uno va como invitado a una cena en la casa de amigos, acostumbre a llevar un regalo por la invitación. Los obsequios más tradicionales son una botella de vino, un kilo de helado, un chocolate o flores, pero una tendencia que está de moda para quedar muy bien está dejando de lado a todas estas opciones.
Son pocos los que se animan a llegar a la comida con las manos vacías, considerado por todos como una falta de cortesía. Pero los expertos en protocolo sostienen cada vez más que los regalos clásicos pueden ser incómodos para los anfitriones.
Si llevás una botella de vino, por ejemplo, los dueños de casa pueden sentirse presionados a tener que abrirla aunque no combine con el menú. Si son flores, hay que dejar de lado los preparativos para buscar un jarrón y ponerle agua para colocar el obsequio, algo poco práctico si ya llegó el resto de los invitados.
En cuanto al postre, ya sea helado o chocolates, en general el anfitrión ya tiene todo previsto, así que tampoco es la alternativa ideal.
Cuál es el regalo ideal para llevar a una comida como invitado
Por eso, los especialistas recomiendan evitar cualquier tipo de alimento o bebida que no haya sido acordado de antemano, sobre todo si se trata de un encuentro más formal.
Para eso, conviene apuntar a un producto mucho más valorado y que es de uso cotidiano como una botella de un aceite de oliva de buena calidad. De acuerdo con el informe “Food & Drink Report 2024-2025″, esta tendencia ya es la número uno en países europeos como el Reino Unido, donde “el aceite de oliva es el nuevo vino”, según el estudio, ya que es saludable, sustentable, duradero y las presentaciones son cada vez más cuidadas, con botellas con diseños muy elegantes. Y, además, este producto gourmet no compromete el menú de la velada.
Y, por último pero no menos importante, la Argentina es considerada como uno de los países con los mejores aceites de oliva del mundo, en un podio donde también se suben España, Italia y Grecia, con una marca mendocina, Laur, que fue elegida por tercera vez consecutiva como la mejor olivícola del mundo.
