Existe un universo de colores que nuestros ojos jamás podrán captar. Aunque nos fascine el azul del mar o el verde de la naturaleza, lo cierto es que solo vemos una pequeñísima parte de la luz que existe a nuestro alrededor. El resto forma un universo de tonos y matices que algunos animales sí pueden visualizar.
Mientras los seres humanos disfrutamos de ver ciertos colores y tonalidades, existen ciertos insectos, reptiles y mamíferos pueden ver colores que para los nosotros son absolutamente invisibles como, por ejemplo, la luz ultravioleta.
Para nosotros, esa radiación es completamente, pero para algunas especies, como las abejas y las mariposas, el ultravioleta es una herramienta esencial. Estas pequeñas criaturas tienen la habilidad de detectar patrones en las flores que nosotros ni siquiera intuimos, y que les sirve para localizar el néctar con una precisión asombrosa.

Infrarrojo: ver el calor en la oscuridad
En el otro extremo del espectro se encuentra la luz infrarroja, con longitudes de onda más largas que el rojo visible. Nosotros no podemos verla, pero sí sentirla: cada vez que te acercás a una estufa o a una fogata, tu piel “siente” el infrarrojo.
Sin embargo, algunas especies, como las serpientes de cascabel y las pitones, cuentan con sensores naturales y pueden detectar el calor corporal de sus presas incluso en la más absoluta oscuridad. Algo similar ocurre en el mundo de los murciélagos, que utilizan el infrarrojo para encontrar los lugares más cálidos donde alimentarse.
Si bien los humanos tienen límites físicos con respecto a estos otros colores que no podemos ver, la tecnología nos ha permitido “romper” esas barreras. Cámaras infrarrojas, telescopios espaciales y filtros especiales nos permiten captar imágenes más allá del espectro visible.
“El universo está lleno de luz en formas que no podemos percibir, pero que con la ayuda de instrumentos avanzados logramos observar”, explicó Javier Mariño Villadamigo, investigador en física de partículas. Desde telescopios que detectan rayos gamma hasta radares que “ven” polvo estelar, la ciencia nos acerca cada vez más a esos mundos invisibles.