Jonathan Müller, más conocido por su nombre artístico El Villano, no solo es uno de los referentes más populares de la cumbia argentina de los últimos años, sino también un artista que causó un gran revuelo al hablar públicamente sobre su diagnóstico de VIH.
Con 24 años, el cantante desarrolló una exitosa carrera que lo llevó a distintos escenarios, pero que también lo sumergió en un mundo de excesos que hoy forman parte de un pasado caótico.
Jonathan pasó su infancia en el pequeño pueblo cordobés de James Craik, junto a sus tres hermanos. Su vínculo con la música comenzó gracias a su mamá, Sandra Aguirre, quien lo animó a desarrollarse en el plano artístico.

En su adolescencia comenzó a hacer cumbia con sus primos y, en ese entorno familiar, surgió su primera banda, con la que empezó a girar por pequeños escenarios. En 2012 con el tema “Te pintaron pajaritos”, el nombre de El Villano alcanzó el estrellato.

El ascenso: reguetón, millones de vistas y un estilo inconfundible
Desde la viralización de su hit, El Villano se consolidó como una figura clave de la música tropical, siempre con un estilo urbano y popular. Su talento no pasó desapercibido fuera del país: llegó a colaborar con figuras internacionales como Arcángel, Farruko y Yeyow, y en 2015 compartió escenario con Farruko en el Luna Park, uno de los shows más importantes de su carrera.

Sus canciones acumulan millones de reproducciones en YouTube y otras plataformas. Y justamente, en un momento de plenitud artística y personal, llegó una noticia inesperada: el diagnóstico de VIH.
Jonathan decidió contarlo en primera persona, a través de un video publicado en sus redes sociales. “Tengo HIV y todos mis amigos y familiares se están enterando a través de este video, porque no quería que nadie me pare por hacerlo. Siento que mi propósito es compartirles toda mi verdad, desde lo más oscuro que viví, hasta la luz y conectar con Dios”, dijo en el inicio del clip que se viralizó rápidamente y recibió una avalancha de apoyo por parte del público.

Además de relatar su experiencia con la enfermedad, El Villano fue autocrítico con su pasado. Habló de excesos, de noches sin recuerdos y de un ritmo de vida que durante años lo alejó del equilibrio.