El humo blanco sobre el cielo del Vaticano es más que una postal: es el símbolo de que un nuevo capítulo comienza para la Iglesia Católica con la elección de un nuevo Papa. Pero detrás de ese instante que conmueve a millones de fieles en todo el mundo, hay un protocolo estricto, una puesta en escena de siglos de tradición, y un nombre propio que cobra especial relevancia: el del cardenal que anuncia al nuevo Papa ante el mundo tras el cónclave.
El anuncio oficial del nuevo Sumo Pontífice, tras la partida del Papa Francisco, se hará desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano, ante una multitud que esperará con ansias desde la Plaza. La ceremonia, breve pero cargada de historia, tiene un protagonista claro: el Cardenal Protodiácono, quien tiene la misión de proclamar en latín la célebre frase: “Habemus Papam” (“Tenemos Papa”), seguida del nombre del elegido y el nombre papal que ha escogido.
Quién será el encargado de anunciar al nuevo Papa
Actualmente, ese rol lo ocupa el francés Dominique Mamberti, de 73 años, un cardenal de perfil reservado pero con una extensa trayectoria diplomática dentro de la Santa Sede. Será él quien, una vez finalizado el cónclave, se asome al balcón para anunciar el nombre del nuevo Papa ante miles de fieles y millones de televidentes en todo el planeta.
Antes del anuncio, sin embargo, hay otro momento clave que todos reconocen: la fumata. Luego de la votación en la Capilla Sixtina, las papeletas se queman junto con productos químicos que determinan el color del humo: blanco si hay acuerdo, negro si no se ha alcanzado la mayoría necesaria. Esta señal visual es la primera confirmación pública de que la Iglesia ya tiene un nuevo líder.
Después de la fumata blanca, se aguarda un breve período en el que el nuevo Papa acepta el cargo, elige su nombre y se reviste con la sotana blanca papal. Luego, llega el turno de Mamberti. De pie sobre el balcón central, el cardenal dirá con voz firme: “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam!”, una frase que sigue emocionando como en los tiempos medievales.
Posteriormente, el nuevo Papa puede hacer su primera aparición pública. Allí ofrecerá un breve mensaje y la tradicional bendición Urbi et Orbi, dirigida “a la ciudad y al mundo”. Esa aparición es, muchas veces, el primer contacto visual y espiritual entre el nuevo Pontífice y los fieles.
