Nicolás Cayetano, uno de los legendarios compañeros de Andy Kusnetzoff en Perros de la calle, relató una estremecedora historia. Al aire, abrió su corazón para hablar de su adicción al juego, una enfermedad que lo llevó a perder todos sus bienes, incluso aquellos de gran valor sentimental: “Yo podía estar teniendo sexo, pero necesitaba saber cómo iba Chicago porque había apostado que ganaba… Lo que menos hacía era ir al casino, porque al convertirte en alguien más o menos conocido, no quería que me vean. Mi entorno ya sabía, pero jugaba a escondidas".
¿Cuándo se hizo evidente que no podía controlar su compulsión al juego?: "Yo juego desde que nací. Mi viejo me llevó al hipódromo cuando era chiquito. El problema es cuando volcás y te pasás, y el único de la familia que volcó fui yo. Me he tenido que alejar de amigos a los que también les gusta jugar, porque también les hacía mal".
Ya en plan de confesiones, Cayetano habló acerca de las cosas que perdió por culpa de la adicción al juego, incluso un departamento que tenía un gran valor sentimental para él: "En 2002 mi abuela me regaló un departamento, y años después lo tuve que vender, producto de las cagadas que me mandé, para pagar deudas. Hasta el día de hoy digo que no me voy a morir sin antes comprar de nuevo ese departamento. Ese departamento, el 5B, es mío, de mi familia y de mi abuela, y lo voy a comprar, me pidan lo que me pidan. Ojalá no me esté escuchando el propietario actual, porque me va a pedir fortunas".
Luego se explayó acerca de qué es en verdad lo que le provoca tanto placer a la hora de apostar: "Yo disfruto de jugar, no me importa ganar. Cuando sos adicto, no te importa ganar. Yo ahora estoy recontra bien, hace dos años o más que no juego. No me interesa, ya me alejé, estoy recuperado o recuperándome. No sé cómo se dirá. Ya tomé consciencia, pero eso me pasó. Tuve ocho años en los que la pasé muy mal y ahora ya estoy bien… Uno lo oculta, hasta que no lo puede ocultar más. A mí me ayudó mucho mi familia, si no fuera por ellos estaría en el horno. Yo se lo ocultaba a mi familia porque también tenía recaídas, entonces se lo decía y ocultaba si volvía a jugar. Pero ellos se daban cuenta".
Refiriéndose a la recuperación, dijo: "El primer paso de la recuperación es admitirlo, darse cuenta, reconocerlo, hacerse cargo. Si no no te recuperás más. Hay que pedir ayuda, porque uno solo no puede".
Un testimonio valiente y revelador.
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