Donato de Santis contó que el deporte lo salvó de terminar preso o muerto cuando era apenas un niño.
“El béisbol, el deporte, era rarísimo que lo jugaran en Italia, pero fue reintroducido en aquella época en Milán, al norte de Italia, por una familia de inmigrantes italianos que venía de Brooklyn y empezaron a reclutar chicos de la calle”, arrancó contando Donato en PH.
“Armaron una liga y era un gran atractivo porque habían invertido una platita, me imagino, y tenían los bates, los guantes, te daban el uniforme, y era como algo muy wow de ver todo eso”, agregó.
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“Yo empecé a jugar y a hacer entrenamientos, a tener una actividad física desde chiquito. Y, aunque parece un deporte estático, en realidad tiene un entrenamiento de la parte superior y de correr bastante importante”, continuó el chef.
“Mis amigos se desparramaron por cualquier lado. Robaban motos, vendían falopa. Cosas clandestinas y por la necesidad económica empezaron a darse con todo”, se sinceró Donato, quien luego reconoció que, de alguna forma, el deporte lo salvó de terminar igual que ellos.
“Creo que sí porque yo estaba muy bien físicamente y no tenía la energía ni las ganas de hacer lo que hacían ellos, aunque me contaban cuando nos juntábamos que estaban vendiendo opio. Nunca toqué nada, pero en ese momento fue muy fuerte”, se explayó.
"Se murieron todos. De sida, que estaba tremendo en esa época; sobredosis, suicidio, asesinados por ajustes de cuentas, accidentes. Todo fue muy trágico”, concluyó Donato.
