El epitafio arrepentido colocado en la cruz de la tumba de Ricardo Barreda fue obra del único amigo que le quedaba, el escritor Pablo Marti y su último biógrafo. Barreda, el odontólogo platense que se hizo tristemente conocido en 1992 luego de asesinar a escopetazos a su esposa, sus dos hijas y su suegra, falleció hace casi un mes a pocos días de cumplir 85 años de edad.
Marti era el único que visitaba al cuádruple femicida en el geriátrico de José C.Paz donde estaba internado y quien se encargó de pedir que colocaran un epitafio en la cruz de la tumba de Barreda, enterrado en el cementerio local.
“Arrepentido de mis pecados cometidos”, reza la placa colocada sobre la cruz de su fosa, donde además figura el nombre del odontólogo, junto con sus fechas de nacimiento y fallecimiento.
Voluntad
La fecha en que Marti encargó que se colocara la cruz coincide con el día en que Barreda hubiese cumplido 85 años. El escritor también fue el encargado de hacer pública su última voluntad: que su cuerpo fuera cremado y sus cenizas esparcidas por el estadio de Estudiantes de La Plata, el club del que era fanático.
Sin embargo, desde la entidad platense denegaron el permiso solicitado, alegando que el club “tiene una historia muy fuerte de respeto y de participación de mujeres en la vida social y deportiva, y eso marca toda una definición y una postura muy clara. No hubo ningún pedido al respecto, no se consideró ni está en evaluación. El tema no admite discusión alguna".
Ante la negativa de las autoridades estudiantiles, Barreda fue finalmente inhumado en la necrópolis del municipio bonaerense donde estaba internado. El odontólogo había sido condenado a prisión perpetua en 1995 por el cuádruple homicidio. En 2008 fue beneficiado con el arresto domiciliario y en 2016 quedó libre tras extinguirse la pena.
