En diálogo con La Nación, Jairo repasó su importante carrera musical y se emocionó al hablar de Teresa, su mujer con la que lleva casi 50 años de relación. “Estamos casados hace 48 años, y antes estuvimos de novios un año y ocho meses. Nos conocimos muy jovencitos, yo tenía 22 y ella 20. Fue como un flechazo. Sucedió en Madrid, en la casa de unas amigas que teníamos en común. A partir de ahí nos vimos todos los días”, contó el cantante.
Jairo se mostró contundente al hablar del amor que tiene por Teresa: “De casados, salvo por un imponderable, nunca nos separamos”. “No podemos vivir uno sin el otro”, aseguró. El músico sorprendió al detallar que su esposa es prácticamente la única mujer con la que estuvo: “Fue mi primera novia y mi primera y única mujer. Y no habrá otra. Nosotros tenemos una relación muy pura y perfecta. Nuestro amor es irrepetible”.
El artista tomó un tono más serio cuando habló de los problemas de salud a los que hoy se enfrenta Teresa: “Mi mujer tiene patologías muy graves y, encima, la semana pasada se cayó, se fracturó la cadera y debieron operarla. O sea que su estado se ha agravado. Ella es resiliente de dos cánceres y tiene un epoc severo. Vive hace nueve años postrada en una cama, asistida por un respirador artificial. Está muy lúcida, pero lo suyo no tiene un pronóstico positivo, no tiene vuelta atrás”.
Jairo remarcó que a pesar de las complicaciones continúa viviendo junto a su mujer, pero debido a la internación domiciliaria siempre hay personal de salud dando vueltas por su hogar: “Vivimos solos, pero en realidad entran y salen todo el tiempo enfermeras, médicos y kinesiólogos”.
“Me cuesta mucho y todavía no me puedo acostumbrar a verla así. Pero, qué sé yo, trato de quedarme con los momentos positivos que existen en medio de la situación. El otro día, por ejemplo, pasó algo hermoso. Estábamos en el hospital y de golpe me agarra la mano fuertemente, con su rostro desencajado del dolor. Y no me la suelta durante dos horas. Yo no sabía qué hacer”, contó Jairo.
El músico narró con nostalgia el desenlace de dicha situación: “De golpe le digo: ‘¿Te acordás, Teresa, cuando nos casamos y nos fuimos de luna de miel repentinamente a Portugal?’. Ahí le cambió la cara. ‘¿Y de lo bien que la pasamos en ese hotel, que era como una suerte de club de golf, donde prácticamente estábamos sólo vos y yo?’, dije. Entonces empezó a sonreír y se olvidó del dolor. Eso es el amor".
