En La Matanza, el ladrón acusado de asesinar al kiosquero había salido de la cárcel en medio de la cuarentena. El agresor, identificado como Leandro Daniel Suárez, fue acusado de asesinar a un kiosquero en medio de un asalto llevado a cabo este domingo en Ramos Mejía. Se conoció que este hombre cuenta con un fuerte antecedente penal en su registro policial.
Suárez, de 30 años de edad, con domicilio en Fuerte Apache, fue arrestado junto a una menor de 15 años de edad. El 13 de agosto de 2020, este hombre dejó la Unidad N°19 del Servicio Penitenciario Federal en Ezeiza, a donde había ingresado en 2014 para cumplir una condena de cinco años y diez meses por los delitos de hurto con escalamiento en grado de tentativa y robo a mano armada, dos hechos en concurso real.
Esta condena fue dictada por el Tribunal N°8 de la Justicia porteña y supervisada por el Juzgado de Ejecución Penal N°1. Además, se conoció que, mientras estuvo preso en el sistema federal, cobró el sueldo para detenidos por tareas menores durante cinco años, de acuerdo con sus registros previsionales.
Una vez que cumplió su pena, Suárez firmó su acta de salida, pero 14 meses después volvió a las calles para robar y matar. Según las investigaciones policiales, este hombre es el principal sospechoso de ser el autor material del asesinato del kiosquero. Asimismo, se supo que la menor que cayó con él es su novia, o su posible víctima.
Este hecho tuvo lugar en la Avenida de Mayo al 800, a tres cuadras de la Comisaría 2ª de Ramos Mejía. El hombre, dueño del kiosco, quien era padre de dos hijos, atendía su negocio llamado Drugstore Pato, cuando fue sorprendido por la pareja de delincuentes armados que intentó asaltarlo, le disparó y lo mató con un disparo en la cabeza.
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Para huir de este lugar robaron un Ford Focus negro a un remisero y, luego, una moto a un delivery. En medio del escape, chocaron el auto, lo que les impidió seguir con la fuga. A continuación, buscaron esconderse en un supermercado para simular que hacían compras y cambiarse la ropa que vestían para no ser reconocidos, pero poco después fueron arrestados por la Policía Bonaerense, que encontró el revólver que cargaban.
La joven adolescente, oriunda de un asentamiento cercano a Fuerte Apache, se reía por el crimen cometido mientras se la llevaban, en tanto que el presunto asesino lloró frente al fiscal Medone.
