Once días pasaron desde el asesinato de Roberto Sabo, el kiosquero que sufrió un asalto en su comercio de la zona comercial de Ramos Mejía, partido de La Matanza, en el sudoeste del conurbano. Ese domingo, un testigo alertó a la policía cuando el asesino salió del local y se fugó con su cómplice en un Ford Focus negro que le robaron a un remisero que los había llevado minutos antes hasta el lugar.
Mientras huían, los delincuentes chocaron contra un árbol, tras lo cual ingresaron a un supermercado con la intención de simular hacer unas compras y cambiarse la vestimenta para no ser reconocidos. Después de ejecutar esa maniobra, ambos huyeron en una moto que le robaron a un repartidor, aunque fueron detenidos por efectivos de la comisaría 2da. de Ramos Mejía unas cuadras después.
Tras la captura, las pesquisas determinaron que el acusado, Leandro Daniel Suárez, de 29 años había estado preso casi seis años por hurto y robo y que había recuperado la libertad tras cumplir la condena en agosto de 2020. Suárez fue indagado ayer por el fiscal Federico Medone, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Temática de Homicidios, ante quién lloró y pidió que no le pidan prisión perpetua, para luego negarse a declarar.
En la audiencia, el fiscal lo imputó por "homicidio criminis causa agravado por el uso de arma de fuego" en perjuicio de Sabo y también por "robo calificado -dos hechos-, hurto de vehículo, portación ilegal de arma de fuego de uso civil, portación ilegal de arma de guerra ", todo ello agravado por la" participación de un menor de edad ".
El hijo del kiosquero asesinado en Ramos habló al reabrir el comercio
En la mañana de hoy, volvió a hablar Nicolás, el hijo del kiosquero asesinado, que empezó a hacerse cargo del comercio que aún sigue atravesado por el dolor. Aunque blanqueó que no quieren continuar con ese trabajo porque el miedo no se irá jamás, el joven expresó que, dentro de todo lo feo, puede sentir el amor de sus vecinos. "Es raro. Pensábamos que iba a ser feo pero entraron veinte personas y compraron tres, todos vinieron a saludar y a abrazar. El acompañamiento es lindo. Todos vienen y te abrazan, es una muestra de lo que era mi papá", comenzó Nicolás.
Nicolás reflexionó sobre los momentos en los que cae en la cuenta de que su papá ya no está y que tampoco volverá: "Hay momentos en los que estás saturado y caés en la cuenta de todo lo que hacia papá pero se necesitan ratos en donde uno está solo y bajás cambios y te das cuenta de lo que pasó", dijo.
"Levantar la persiana significa que hay que comer, hay que hacer plata", expresó ante la consulta de la cronista Valeria Sampedro sobre lo que significaba volver a estar en el ruedo para él después de la tragedia.
"Ni mis abuelos ni mi mamá están cómodos con la situación, nunca van a estra tranquilos mientras esto esté abierto porque puede pasar de nuevo. Es un parche mientras tanto, mientras terminemos de estudiar o encontremos otra cosa. La idea es no seguir y vender el fondo de comercio. Se trabaja muy bien y mi papá nos dio mucho con esto pero ¿a qué costo?", sostuvo. Y aclaró que todos en su grupo familiar entienden la situación y lo apoyan: "Con nuestra familia de alguna manera u otra estaremos todos juntos y unidos".
Además, contó que en la zona los asaltos siguen pese a los refuerzos policiales: "Ayer asaltaron a alguien acá a la esquina a unos chicos que salieron del colegio, le robaron el auto a otro chico. Hay policías pero el problema es cuando empieza a bajar la circulación de gente a la noche, porque ahora hay gente todo el tiempo. El problema es a la hora de cerrar"
"Por más que haya policía, no queremos manener el negocio abierto. No pueden estar 24 horas acá, pero eso tampoco te priva de que un loquito venga y te meta dos tiros. Este lugar nos dio mucho pero te esclaviza, mi papá trabajaba hasta los domingos. Es una forma de darle un punto final y que no nos exponga a otra situación así", finalizó.
