En la caravana que la Selección realizó desde el predio de Ezeiza para recorrer la Ciudad de Buenos Aires en un ómnibus sin techo para que los hinchas pudieran saludar a los jugadores, un detalle pasó desapercibido, aunque ahora se dio a conocer y se supo el motivo.
Es que la Albiceleste recorrió la Autopista Riccheri hasta el cruce con la Avenida General Paz, lugar donde tuvo que cambiar el trayecto planeado por la gran cantidad de gente que había bloqueado los accesos a la Ciudad.
Y, en esa corta recorrida en kilómetros, pero larga por el tiempo que demandó al micro que los transportaba, los futbolistas circularon junto a una réplica de la Copa del Mundo.
Es que el trofeo original nunca queda en manos de los equipos que salen campeones, más allá del momento de la consagración en la final de cada Mundial.
De acuerdo con lo que establece el reglamento, desde el Mundial de 1974 disputado en Alemania, ninguna federación de un país podrá conservar definitivamente el trofeo, que seguirá en posesión de la FIFA.
Anteriormente, en el Mundial de México 1970, la Federación Brasileña se quedó con la propiedad de la Copa denominada Jules Rimet por ganar tres veces el trofeo.
Nadie se queda con la Copa original
“Ningún país podrá conservar definitivamente el trofeo actual de la Copa Mundial de la FIFA, ya que las normas establecen que permanecerá en posesión de la FIFA”, marca el reglamento actual.
Pero, además, el campeón tampoco puede sacar el trofeo del estadio donde jugó la final y se lleva un “Trofeo de Campeones”, que es una réplica del original, que según la FIFA está fabricado con 5 kilogramos macizos de oro de 18 quilates.
Tras la vuelta olímpica en el estadio Lusail de Doha, los agentes de la FIFA se quedaron con el trofeo una vez que la Albiceleste dejó el estadio. Inmediatamente, fue trasladada a la sede de la institución en Zurich, Suiza, donde permanecerá hasta el Mundial 2026.
