Este fin de semana, Nacha Guevera repasó un poco de su historia de vida junto a Nito Mestre en la sección de confesiones de Infobae. Este ciclo de entrevistas le sirvió a la artista argentina para derribar el mito de que solo aquellos que han tenido una niñez privilegiada llegan a la cima del éxito.
De hecho, la artista argentina se encargó de develar que su infancia y adolescencia fue de hecho, muy difícil y que sufrió mucho con su madre: “Yo soy vegetariana desde que nací, en un hogar carnívoro, ignorante, en Argentina en los años 40. Era una marciana. La hora de comer siempre fue un castigo para mí”, reveló la directora de teatro.
“Mi madre camuflaba la comida, me cocinaba unos zapallitos rellenos que tenían carne. Decidí no comerlos”, manifestó. “Lo que siguió en adelante fueron cinco horas de tortura, hasta que apareció un tío salvador que me sacó de los brazos de ella, que me dejó marcada para siempre. Pero no comí los zapallitos”, agregó. Así, Clotilde Acosta (el verdadero nombre de la famosa), confesó, con este episodio vivido a los 5 años, que su madre era “maltratadora”, algo que seguramente fue muy difícil de admitir.
"Tuve una madre maltratadora", confesó. "Y en ese momento no tuve la fortaleza de enfrentarme a esa mujer, que era muy poderosa, y seguir mi camino. Y me sometí, lo que trajo como consecuencia un periodo muy difícil", aseguró Guevara. "La mejor manera que encontré para huir de la casa fue con una pareja, con todas las dificultades que eso implica, tuve un hijo muy joven. Pero ahí empecé a diseñar hacia dónde quería ir, de una manera nada clara, muy confusa, a los tumbos", se sinceró.
Por otra parte, Nacha Guevara también confesó que “desde chica he sido una niña solitaria” y que aquello se lo transmitió su abuelo siciliano, “Él era muy hosco, muy cerrado, y estaba mucho en silencio, pero era un silencio rico”, remarcó la artista.
“En todos los atardeceres él se fumaba su cigarro y ponía en una mesita que tenía un gramófono los discos de pasta y yo me sentaba al lado de él, era chiquita, 4 o 5 años, yo jugando y él poniendo música. Escuchaba Gardel y Puccini, los dos en silencio, nunca nos dijimos nada, pero la conexión era tan profunda. Él me enseñó que la música es para expresar emociones”, recordó.
