Natalia Oreiro abrió las puertas de su vida personal y habló de su alimentación, su angustia por no haber terminado el secundario y el bullying del que fue víctima en su infancia. La actriz se encuentra en cuarentena con su compañero de vida Ricardo Mollo y el pequeño hijo que tienen en común, Merlín Atahualpa de ocho años.
La uruguaya contó por primera vez el bullying que recibió en su infancia de Montevideo: "Entonces no existían las redes, todo era más pequeño. Empecé a trabajar a los 12 años y era una rareza. Me escribían cosas en las paredes, en los baños, me esperaban para agarrarme. Siempre esquivé el conflicto, pero en algún momento tuve que enfrentar la situación y nunca más me volvieron a molestar. Más allá de eso, siempre fui muy sociable. Sentí lo que hoy llamamos bullying pero no me afectó, y en algún punto comprendía la molestia de llamar tanto la atención, pero no me enroscaba”.
Pese al éxito que cosechó a lo largo de los años, no pudo terminar el colegio secundario: “Hice el último año del secundario medio libre y me quedaron varias materias porque me vine a Buenos Aires con 16 años. No debería decir esto porque es muy mal ejemplo, pero nunca sentí el peso, esa fue mi realidad“.
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Por último, reveló cuál fue su principal pasatiempo durante la cuarentena y admitió que la pastelería logró cautivar los momentos en compañía de su hijo. "Ahora paré un poco porque me comí todo. De hecho, arranqué hace dos meses con clases de gimnasia virtuales porque iba a salir rodando. Hacía una marquise por día, torta de manzana", admitió en diálogo con La Nación. Sin embargo, la comida es un tanto complicada en el hogar. Oreiro es ovolactovegetariana mientras que Ricardo y su hijo comen distintos tipos de carnes. "Él (por Ricardo Mollo) se encarga de la cocina porque le encanta y hace todo muy rico, yo solo si es necesario. Ata come milanesas porque en casa de mamá le hacen. Yo no se las preparo ni loca porque me muero de ver la carne cruda, pero Ricardo le hace unas buenas milanesas".
