Un nene correntino construyó un mástil en su casa para izar la bandera todos los días porque extraña la escuela desde que empezó la cuarentena. Valentín Tissoco tiene 8 años y reside en la localidad de Mocoretá, en el sudeste de la provincia, donde cada día se pone el guardapolvo y repite su ritual parado frente al mástil que él mismo armó. Desde el pasado 9 de julio, durante el aislamiento obligatorio, Valentín les pidió ayuda a sus padres para convertir un palo en un mástil para atar la bandera argentina en lo más alto.
El niño demostró que extraña su escuela al rememorar el acto escolar por el Día de la Independencia, el compartir con sus compañeros y maestras del tercer grado de la Escuela Justo José de Urquiza, a 8 kilómetros de su casa.
A pesar de que cuando Valentín tomó la decisión de hacerlo, sus padres estaban trabajando, él solo tomó una pala, hizo un pequeño pozo en el parque de la casa y convirtió el palo en un mástil. Fue así como con la ayuda de su mamá, Claudia Anahí Brambilla, ató la bandera que flameó al compás del viento por primera vez el día patrio. Tiempo después se animó a más y se las ingenió para ponerle una soga para poderla izar y arriar todos los días.
Con su tierna voz, el pequeño Valentín, relató: “Yo quería sentir cómo era izar la bandera de la escuela, pero en mi casa y lo único que le pedí a mi mamá fue que me ayuden a poner una bandera en casa, pero estaba muy ocupada. Le pregunté a mi papá (Hugo Tisocco) y también estaba trabajando, así que agarré una pala, hice un pozo, clavé el palo y con ayuda de mi mamá subí a una escalera y la até arriba de todo”.
El niño cumplió los 8 años el 11 de abril, cuando se vivían los primeros días de la cuarentena.
