Un hombre se hizo implantar dos aletas en el cráneo para conectarse con la naturaleza. Un catalán de 24 años, identificado como Manel de Aguas, se autodefine desde hace tres años como “Transespecie” y, a causa de esto, ha dado un arriesgado paso en pro de su identidad, implantándose dos aletas de silicona de 500 gramos, que él mismo se encargó de diseñar, para posicionarlas a cada lado de su cabeza.
Este “órgano”, como él lo califica, está conectado a un microchip que le permite percibir, entre la piel y el hueso, vibraciones de sonido, la humedad, la presión y la temperatura.
“No me considero cien por ciento humano. Mi persona no coincide con el concepto biológico que se conoce”, explica en recientes declaraciones ofrecidas a Infobae.
Para poder implantarse este objeto, Manel tuvo que viajar hasta Japón, pero eso le provocó ciertas incomodidades. “Tengo la zona de la piel resentida. Y me quito las aletas para dormir y bañarme. Estoy acostumbrado a que la gente me mire por la calle, pero la verdad es que no me afecta”, afirma.
Además, Manel se define como “cyborg” que, de acuerdo a lo que explica la Real Academia Española, es un “ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos”. Asimismo, la Asociación Cyborg aclara que sus miembros son “la unión entre la cibernética y los organismos. Dado que ambos están en evolución exponencial”.
Por otra parte, gracias a su pasión por el mundo marítimo, Manel fundó en el 2017 la asociación Trans Species Society junto a Neil Harbisson (el primer cyborg reconocido en el mundo por un gobierno) y la artista Moon Ribas, coreógrafa y que durante mucho tiempo tuvo sensores sísmicos en los pies para poder percibir “los latidos de la tierra”.
