Renée Zellweger supo tener uno de los rostros más frescos y bellos de Hollywood, algo que la llevó a interpretar a la inolvidable Bridget Jones. Pero en octubre de 2014 se sometió a la primera de varias cirugías estéticas (bótox, lifting y colágeno), algo que deformó por completo su cara y la convirtió en otra persona.
Adiós a sus ojos rasgados, a las mejillas de niña a sus labios de muñeca. Renée es otra. Sin embargo, en vísperas del estreno de la tercera parte de la película que la catapultó a la más absoluta popularidad pero, según su círculo íntimo, bastante deprimida por la situación, escribió una conmovedora carta:
“Que cambiar mi cara y operarme los ojos sea discutido por todo el mundo es una desconcertante ilustración de la confusión entre noticias y entretenimiento. Es una bendición elegir una vida artística que permite cambiar las cosas. Pero por retocarme el rostro he sido humillada. Vivimos un momento en el que hay una fijación social por lo físico. En especial por las mujeres, ya que no es un secreto que el valor de una mujer se mide por su apariencia”.
El dato: el peor momento de Renée fue cuando no la dejaron ingresar a una de las fiestas más importantes de Hollywood porque no la reconocieron. Algo similar le ocurrió cuando su compañero de elenco, Hugh Grant al ver una foto de la actriz, declaró: “No la he visto en mi vida”.
ASÍ LUCE AHORA:
RENÉE SEGÚN PASAN LOS AÑOS (Y LAS CIRUGÍAS)
