Una trabajadora sexual de 56 años pide que el Estado le garantice una vejez digna. Laura Meza es una mujer de 56 años que representa las peticiones de un grupo de prostitutas que piden ser incluidas en el sistema previsional argentino.
Meza ha narrado cómo han sido sus tres décadas como trabajadora sexual y sus palabras solo tratan de que el Estado escuche las peticiones de estas mujeres que buscan ser reconocidas dentro del sistema jubilatorio nacional. "Con mi trabajo crié a mis hijas sola. También crié a una nieta. Ahora solo trabajo los fines de semana, ya que empecé la universidad y no tengo el tiempo que tenía antes. Estudio Trabajo Social, aprobé los primeros dos cuatrimestres de la carrera”, comentó.
La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) organizó el pasado 14 de agosto un evento llamado “Puta Fest Edición Jubiladas”, con el objetivo de recaudar fondos para así entregar una jubilación simbólica a unas 20 trabajadoras sexuales de entre 50 y 70 años.
“El impacto que tuvo la pandemia en todas las trabajadoras sexuales, no solamente en las de la tercera edad, fue precarizar más nuestro trabajo. Esto que hizo nuestro sindicato sirvió también para decirle al Estado que nosotras existimos, que tenemos derechos. Y los derechos pasan por una jubilación digna, por una obra social digna y por terminar nuestros días como cualquier otro trabajador”, dijo Meza.
Y prosiguió: "Actualmente ya podría jubilarme, tengo 30 años de aportes, pero el aporte que hicimos nosotras fue a la Policía cuando nos pedía coima. La Policía nos tendría que pagar a nosotras la jubilación, ya que toda la plata, en estos tiempos como en otros tiempos, muchas veces se lleva la Policía", denunció.
Finalmente, añadió: "Sigo atendiendo a mi primer cliente de los 30 años. Él no es un sujeto, es parte de mi vida”. Logró tener un restaurante en Flores, un maxikiosco en el mismo barrio y un negocio de telas que, con la crisis de 2001, debió cerrar. A partir de aquel año, decidió volver a la esquina. “Soy enfermera también y trabajé muchos años en el Hospital Álvarez. Cuando empecé el trabajo sexual, le tuve que contar la verdad a mi mamá porque traía a casa el equivalente a tres sueldos por semana”, finalizó.
