En tiempos donde las necesidades básicas parecen ser un lujo para muchos, historias como la de Mariano Masciocchi (MN 107645) iluminan con esperanza el panorama. Este médico, conocido por su compromiso con los más vulnerables, decidió no quedarse de brazos cruzados ante la creciente dificultad de los jubilados para acceder a medicamentos esenciales. Con su ONG Me regalás una hora, no solo brinda atención médica gratuita, sino que también recolecta y distribuye medicamentos para quienes no pueden costearlos.
Mariano no es un médico convencional. Su labor no termina cuando cierra su consultorio. Después de jornadas laborales extensas, organiza campañas solidarias para atender a personas en situación de vulnerabilidad. Lo hace en plazas, parroquias y diversos puntos del conurbano bonaerense. Su objetivo es claro: ofrecer una atención digna e integral, igual a la que recibiría cualquier paciente en el mejor sistema de salud privado.
La situación de los jubilados lo preocupa especialmente. “Si yo te digo que tenés una neumonía, pero no tenés el antibiótico, quedamos en la nada”, explica Mariano mientras organiza medicamentos donados. Su esfuerzo va más allá del diagnóstico, buscando aliviar el peso económico que enfrentan los adultos mayores.
Un médico que creó una red de solidaridad para ayudar a jubilados y personas vulnerables
Con la ayuda de voluntarios, amigos y familiares, Mariano logra reunir medicamentos que clasifica meticulosamente. Incluso su madre y una amiga colaboran desde casa, revisando las fechas de vencimiento y organizando los insumos. El costo de los remedios, que puede superar fácilmente los 100.000 pesos mensuales para un paciente con enfermedades crónicas, hace que este trabajo sea invaluable.
“Hoy, un jubilado no puede gastar 150.000 pesos de su bolsillo en remedios. Es imposible”, reflexiona Mariano. Su esfuerzo permite que muchos pacientes accedan a meses de tratamiento sin costo alguno. Además, destaca que estas iniciativas no solo mejoran la calidad de vida de las personas, sino que también alivian al sistema de salud al evitar internaciones costosas.
Las palabras de los beneficiarios son un testimonio del impacto de este proyecto. “Acá nos tratan con tanto amor. Mi médico de cabecera no me toma ni la presión, pero ellos me dieron los remedios que necesito”, comenta una jubilada. Otro paciente, al recibir su medicación para la presión arterial y la diabetes, agradece profundamente: “Con esto puedo seguir adelante. Es un alivio enorme”.
Para Mariano, la clave está en la empatía y la acción. Si bien reconoce que las soluciones políticas son necesarias, su enfoque está en lo inmediato: aliviar el sufrimiento de quienes lo necesitan.
“Si nosotros podemos conseguir estos medicamentos, ¿por qué no puede hacerlo el Estado?”, se pregunta el médico. Su trabajo demuestra que con voluntad y solidaridad se pueden marcar grandes diferencias.
