En el corazón del barrio Ingeniero Allan, en Florencio Varela, decenas de familias acampan desde hace más de una semana frente a las escuelas públicas locales con la esperanza de asegurar una vacante para sus hijos. Esta escena, que a primera vista podría confundirse con un camping, refleja una problemática profunda: el déficit de lugares en la educación pública y las condiciones a las que muchos padres se ven obligados a someterse para garantizar el derecho a estudiar.
La Escuela Secundaria N°7 y la N°9 son el epicentro de este fenómeno. Con apenas 180 vacantes disponibles entre turno mañana y tarde, más de 400 familias compiten por un cupo para sus hijos. Martín Ciccioli junto a Telenoche estuvieron en el lugar y hablaron con los padres sobre esta realidad que atraviesan: “Montamos la carpa el martes pasado y llevamos una semana. Esto ya es como nuestra casa”, cuenta una de las madres, rodeada de otras familias en su misma situación.
El sistema de asignación de cupos será por sorteo, un método que genera incertidumbre y angustia entre los presentes. “No sabemos quién va a quedar o no. Este esfuerzo que hacemos todas las noches tiene que valer la pena. Si no conseguimos, no sé qué vamos a hacer”, señala otra madre, que ha pedido ayuda económica a familiares para cubrir los gastos básicos mientras permanece en el lugar.
En medio de la espera, los acampantes formaron una suerte de comunidad. Comparten agua caliente, alimentos y cuidados. Sin embargo, la experiencia no está exenta de dificultades. Robos, alarmas nocturnas y llamados al 911 son parte de la rutina. “Se meten en la escuela y se llevan lo que encuentran, hasta las ollas del té”, relata una madre, acostumbrada a denunciar este tipo de incidentes.
La situación pone en evidencia no solo la falta de vacantes, sino también las condiciones de inseguridad y precariedad que atraviesan estas instituciones educativas.
Educación: la lucha por un derecho básico
El campamento es un reflejo de una problemática mayor: la crisis de la educación pública en la Argentina. En pleno siglo XXI, resulta alarmante que los padres deban recurrir a estas medidas para garantizar el acceso de sus hijos a la escuela. “No podemos naturalizar esta situación. Esto no es una fila para ver a un artista o un evento masivo; es el sacrificio de familias para algo tan básico como la educación”, afirmó Martín Ciccioli en su informe para Telenoche.
Mientras los acampantes esperan el resultado del sorteo, el debate sobre la calidad y la accesibilidad de la educación pública vuelve a ocupar un lugar central en la agenda social. Para muchos, este sacrificio representa una apuesta por un futuro mejor para sus hijos. Para otros, es una señal de alerta sobre el estado del sistema educativo.
