En un conmovedor informe presentado en Telenoche y liderado por el periodista Martín González, se reveló la historia de Diego Fernando, un vecino de Ciudad Evita, en La Matanza, que decidió asumir el rol de guardián del barrio ante la falta de seguridad en la zona. En el informe titulado “El delivery de seguridad”, se mostró cómo este ciudadano, impulsado por la desesperación, organiza rondas nocturnas para proteger a su comunidad.
Un vecino convertido en protector
Diego Fernando, conocido como el “centinela del barrio”, recorre las calles de Ciudad Evita en bicicleta, a pie o en su auto, asegurándose de que no ingresen personas ajenas al vecindario. “Me cansé de los robos y de ver a mis vecinos sufrir por la inseguridad”, confesó Diego durante el reportaje. Armado únicamente con su determinación, Diego patrulla las calles y responde a las alertas de los vecinos, quienes se comunican con él a través de WhatsApp o handys.
“Todas las noches tengo miedo porque mi familia depende de mí. Pero salgo igual porque quiero que mis vecinos vivan tranquilos”, relató Diego, quien dejó en claro que su labor es el resultado de una ausencia estatal en materia de seguridad.
El informe también mostró el testimonio de vecinos que dependen de Diego para sentirse seguros. “Él viene cada noche al cerrar el local, nos acompaña hasta casa y me voy tranquilo”, comentó una de las habitantes de la zona. Sin embargo, las medidas extremas como rejas, sistemas de alarma y la contratación de servicios informales de vigilancia reflejan la sensación de vulnerabilidad que predomina en el barrio.
Incluso efectivos de la policía que residen en la zona han optado por contratar los servicios de Diego. “Tengo abonados que son policías porque no quieren exponerse al riesgo”, afirmó el centinela, subrayando la gravedad de la situación.
Un vacío que no debería existir
El periodista Martín González describió su experiencia acompañando a Diego durante una noche de patrullaje: “Terminé agotado por la tensión constante de no saber qué podía ocurrir en cada rincón oscuro. Esa sensación de miedo es la que vive Diego cada noche”. González también destacó que Diego cumple una función para la que no está capacitado ni debería desempeñar, pero que resulta imprescindible debido a la falta de acción de las fuerzas de seguridad oficiales.
El trabajo de Diego ha despertado un debate sobre la “anomia” en el sistema de seguridad. Su accionar, que incluye rondines, vigilancia y el desalojo de intrusos en casas abandonadas, utiliza prácticas propias de las fuerzas policiales. Sin embargo, como civil, asume riesgos inmensos sin los recursos ni la formación necesarios para enfrentar situaciones de peligro.
Un reflejo de la desprotección
La historia de Diego Fernando no solo refleja la situación de Ciudad Evita, sino también el estado de muchas comunidades en el conurbano bonaerense, donde los vecinos deben recurrir a soluciones desesperadas para protegerse. Su trabajo es una muestra de cómo la solidaridad y el coraje pueden llenar vacíos, pero también subraya la necesidad urgente de que el Estado tome medidas para garantizar la seguridad en estas zonas.
Como expresó Martín González al cerrar el informe: “El guardián del barrio es un documento que retrata la realidad de un conurbano que vive en el miedo, donde un vecino como Diego asume el rol de protector, aunque ese no debería ser su lugar”.
