A veces, una cámara encendida puede hacer mucho más que mostrar una realidad: puede transformarla. Así fue el caso de Juan, un hombre de 67 años que hasta hace muy poco dormía en su auto en las calles de La Plata. Su historia se conoció a través de un informe de Telenoche, donde relató cómo, tras quedarse viudo y vender su casa, terminó sin techo y sin oportunidades laborales por su edad.
“Fue lo peor que hice, pero ya está”, dijo con resignación en la primera entrevista. Su única compañía: unas frazadas, el frío y la voluntad de seguir adelante. “Te gustaría que cambie esta realidad”, le preguntaron. Su respuesta fue corta y sincera: “La verdad que sí, porque no es vida”. Pero todo cambió en apenas 24 horas.
Tras la emisión del informe, la historia de Juan conmovió a miles de televidentes y comenzó a viralizarse. El teléfono de la producción empezó a sonar. Entre esos llamados, uno marcó un antes y un después: un empresario de Avellaneda ofreció empleo y alojamiento a Juan. No hubo que insistirle. A la mañana siguiente, bien temprano, Juan viajó desde La Plata para empezar su primer día de trabajo.
De la calle al trabajo: el cambio de vida para Juan, el hombre que vivía en su auto
“¡Hola! ¿Cómo andás?”, fue el saludo tímido con el que Juan llegó a su nuevo destino. Su rostro, ya afeitado, se iluminaba con una sonrisa distinta: la del que vuelve a soñar. La cámara lo acompañó en ese primer día, mientras era recibido por sus nuevos empleadores y compañeros.
“Nosotros trabajamos con personas en situación de calle. Les damos una mano con trabajo, no con planes”, explicó uno de los responsables del proyecto. Aunque Juan demostraba vitalidad, los rescatistas notaron signos de desgaste físico. “Estuvo 24 horas sin comer, tiene que ser evaluado por un médico. Hay que ver si hay alguna enfermedad de base”, aclararon.
Más tarde, fue derivado a un hospital de la zona, donde lo estabilizaron con una medicación suave. “También hay mucha emoción acumulada”, explicó el cronista Gustavo Tubio, quien cubrió su jornada. “Se emocionó, se descompensó un poco, pero volvió con más fuerza que nunca”.
Juan no paraba. Levantaba paredes, ayudaba, sonreía. “Me tuvieron que frenar”, contó entre risas. “Seguimos mañana”, agregó. Y es que después de tanto tiempo en la calle, volver a tener una rutina, un trabajo y un techo lo llenó de energía y esperanza.
“Empecé a trabajar de vuelta. Lo que soñaba. Lo que uno desea”, expresó con los ojos brillosos. “Nunca me vine abajo. Siempre los brazos arriba y el corazón adelante”.
