Una nueva estafa de alto impacto sacude al turismo argentino. Esta vez, los pasajes aéreos “accesibles” vendidos a través de grupos de WhatsApp de confianza se convirtieron en la pesadilla de más de 200 personas.
Detrás de esta operatoria está Karyna Alvarado Ríos, una mujer de alrededor de 40 años, hoy internada en grave estado tras intentar quitarse la vida, en medio de las denuncias por fraude.
Todo comenzó en chats íntimos, como el grupo de mamis del colegio o familiares cercanos. Karyna ofrecía pasajes internacionales a valores tentadores. El destino más habitual era Madrid y el costo rondaba los 1.100 dólares. Un precio atractivo, pero no irrisorio, que incluía valija despachada, equipaje de mano y vuelo directo.
Los compradores, en su mayoría, personas que ya habían recibido buenas referencias de otras que efectivamente habían viajado con esos tickets, debían transferir el dinero unos 50 días antes de la fecha de vuelo. Los pasajes llegaban por WhatsApp 24 horas antes de la partida, con nombre, código de reserva y aerolínea. Algunos incluso lograron subirse al avión. Pero todo se desmoronó en los últimos días.
La palabra de una de las víctimas de la estafa de los pasajes aéreos
Ana, una de las damnificadas que habló en Telenoche, relató: "Soy viajera frecuente, tengo un blog de viajes. El precio me pareció razonable, ni demasiado barato ni dudoso. Y, además, una persona cercana a mí ya había viajado con Karyna".

Según contó, ella pagó 1.100 dólares por un pasaje directo a Madrid para octubre. El problema estalló el fin de semana pasado, cuando empezaron a circular rumores de que varios pasajeros no habían podido embarcar. Días después, supo del intento de suicidio de Karyna y entró a un grupo de damnificados por WhatsApp donde hay más de 200 personas.
La mayoría transfirió el dinero directamente a una supuesta secretaria de Karyna. Otras le entregaron efectivo en mano, muchas veces en su casa. Incluso se habla de agencias vinculadas que en algunos casos habrían devuelto el dinero, aunque no hay precisión sobre cómo operaban.
Karyna aseguraba que conseguía los pasajes a través de empleados de Iberia con años de antigüedad, quienes podían acceder a 16 boletos por año para familiares y amigos, a precios reducidos. “Pagás entre 300 y 400 euros en impuestos, pero te lo vendo a 1.200 dólares”, explicaba en audios que circulaban en los chats.
La modalidad parecía funcionar. Muchos viajaban, recomendaban, y otros caían en la red. Un mecanismo clásico de estafa piramidal: la confianza personal reemplaza a la verificación oficial. Pero al estallar el escándalo, Iberia negó rotundamente tener relación alguna con esta persona. No figura como empleada, ni tampoco los pasajeros aparecen en sus registros.
Según el relato de Ana, se estima que la estafa asciende a más de 500.000 dólares. Algunos afectados habían reservado hoteles, excursiones y planes familiares que ahora quedaron en suspenso. “Hoy me cayó la ficha de que no voy a recuperar mi plata. Es triste. Aparte uno se siente culpable por haber confiado”, dijo la joven damnificada.