La Patagonia argentina atravesó uno de los episodios meteorológicos más severos del año con la emisión de una alerta roja debido a vientos extremos que superaron los 140 kilómetros por hora. Esta máxima categoría de alerta, que se reserva para situaciones meteorológicas realmente críticas, mantuvo en vilo a la región durante las horas más intensas del temporal.
En Comodoro Rivadavia, la ciudad más afectada, los vientos arrancaron techos completos de edificios, incluyendo un monoblock en el barrio 30 de Octubre, dejando a ocho departamentos sin cobertura. Las imágenes satelitales mostraron cómo el polvo levantado por el viento cubría gran parte del centro patagónico, reduciendo drásticamente la visibilidad y convirtiendo la circulación por rutas nacionales en una tarea imposible.
Los daños materiales fueron considerables: árboles derribados, tendido eléctrico arrancado, galpones destruidos e incendios causados por las chispas de cables eléctricos. En la zona norte de la ciudad, un incendio arrasó con un asentamiento donde murieron aproximadamente veinte animales. El lago Nahuel Huapi se convirtió en un mar embravecido, y dos buques pesqueros volcaron ante la fuerza del temporal.
Respuesta efectiva ante la emergencia
Las medidas preventivas adoptadas por las autoridades demostraron ser efectivas. Miguel Gómez, jefe del control operativo de bomberos, destacó que desde temprano se tomaron acciones para ilustrar a la ciudadanía sobre la gravedad de la situación. Los transportes fueron suspendidos y las comunicaciones terrestres cerradas preventivamente.
Lo más importante: no se registraron evacuados, heridos ni víctimas fatales. La población tomó conciencia del peligro y acató las recomendaciones de permanecer en sus hogares. Aquellos que perdieron sus techos fueron alojados por familiares y vecinos, demostrando la solidaridad patagónica en momentos críticos.


