La moda llega en cada temporada con nuevas propuestas. Este invierno 2025, el fenómeno genderless (sin género) pisa fuerte en las pasarelas, las vidrieras y, sobre todo, es una tendencia que puede trasladarse al ropero de cualquiera.
Lejos de ser una simple tendencia pasajera, la ropa sin etiquetas se consolida como una manifestación cultural, donde la comodidad, la autenticidad y la libertad individual son protagonistas.
El diseño sin distinción de género plantea una lógica distinta: prendas amplias, funcionales y versátiles que no se encasillan en “para mujer” o “para hombre”, sino que invitan a ser usadas por cualquier cuerpo.
La ropa genderdless, más allá de las categorías de hombre y mujer
Mientras las pasarelas internacionales ya lo vienen anunciando hace algunas temporadas, en este invierno 2025 vemos cómo las marcas locales también se suman. Firmas argentinas emergentes apuestan por siluetas fluidas, paletas neutras, cortes rectos y tejidos nobles que funcionan sin importar el género de quien las use.
Pero no se trata solo del diseño. El enfoque genderless también atraviesa las campañas publicitarias, los percheros en los locales (que dejan de dividirse por género) y hasta los talles, cada vez más flexibles e inclusivos. El estilo ya no se mide por las etiquetas, sino por la identificación emocional y estética que genera cada prenda.

Entre las piezas destacadas de esta temporada se encuentran los blazers oversize, los tapados rectos en tonos tierra o gris cemento, los pantalones cargo amplios, los sweaters tejidos en talles amplios y las camisas estructuradas. Todos estos ítems se pueden combinar libremente y adaptarse a múltiples formas de vestir, desde las más urbanas hasta las más formales.
Los accesorios también acompañan este enfoque. Mochilas minimalistas, bufandas neutras, gorros tejidos sin estampas y calzado como borcegos o zapatillas chunky se suman a este guardarropa universal.
Sostenibilidad y género van de la mano
El auge de la ropa sin género también se vincula con una mirada más sostenible de la industria. Prendas que pueden usar múltiples personas, que no pasan de moda en una temporada y que fomentan el consumo responsable ganan terreno frente al fast fashion.
Además, este enfoque contribuye a derribar estereotipos en torno al cuerpo y al rol de género, promoviendo una visión más plural y respetuosa de la diversidad. Ya no se trata de vestirse “como varón” o “como mujer”, sino de vestirse como uno elige ser.