Aunque muchos lo niegan o lo disimulan, el chisme es una práctica común. Para entender por qué genera tanta fascinación desde el punto de vista de la psicología, es clave analizar su función social, emocional y cognitiva. Y en Arriba argentinos presentaron el sustento científico.
“Chusmear en un entorno de confianza puede liberar oxitocina y esto genera sensaciones de tranquilidad, empatía y bienestar, ayudando así con el control del estrés. O sea, el chisme hace bien”, comentó Nacho Otero.
“También puede fortalecer los lazos sociales y cumple un punto de grave en la organización social. Ahí tenés la fuente y todo, científica. No todo chisme tiene los mismos efectos. Ojo, los negativos pueden causar culpa, ansiedad o conflictos. El impacto depende del contenido, la intención y el contexto, señaló el periodista.
“La fuente de la revista Ciencia de la Psicología Social y de la Personalidad, que es una publicación europea, y la Universidad de California en Riverside. Fuentes muy serias que aseguran que no todos los chismes tienen el mismo efecto", completó Otero antes de la entrevista a Pampito, conductor de Puro show, el programa de chimentos de eltrece.
Según la psicología, el chisme actúa como una herramienta de cohesión social. Hablar de terceros, en especial de figuras conocidas o personas del entorno, refuerza vínculos, alinea valores compartidos y permite establecer límites sobre lo que se considera aceptable o no dentro de una comunidad. Además, nos brinda una especie de “mapa social” que usamos, muchas veces de forma inconsciente, para orientarnos en contextos laborales, familiares o afectivos.
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También hay un componente emocional que no se puede ignorar: el chisme genera placer. Diversos estudios muestran que hablar de otros activa áreas del cerebro asociadas a la recompensa, similares a las que se encienden cuando comemos chocolate o recibimos elogios. Por eso, más allá de los prejuicios, el interés por el chisme tiene raíces psicológicas profundas. La clave está en cómo se lo utiliza: puede ser una herramienta para comprender mejor a los demás o, por el contrario, convertirse en una forma de dañar. Como en muchos aspectos de la vida social, el equilibrio es fundamental.
Qué más dice la psicología sobre el chisme
Otro punto importante es que el chisme también puede funcionar como una forma de regulación emocional. Compartir información sobre lo que pasa en nuestro entorno nos ayuda a procesar situaciones sociales complejas, a veces ambiguas o que generan incertidumbre. En ese sentido, hablar de otros puede ser una manera de descargar tensiones o buscar validación cuando nos sentimos inseguros frente a una persona o un grupo.
Por último, los expertos señalan que no todo chisme es negativo. Existe lo que se conoce como “chisme positivo”: hablar bien de alguien en su ausencia también tiene efectos beneficiosos en la percepción colectiva y en la construcción de reputaciones. En definitiva, el chisme, como fenómeno psicológico, está lejos de ser un simple chisme: es una forma de comunicación profundamente arraigada que cumple múltiples funciones dentro de cualquier sociedad.
