Gretel quiere restaurar la Logia, se viste con su viejo traje de guerra. Gretel se muestra cada vez más convencida de ser la sucesora del Gran Maestre, reta a Octavio a un particular duelo, realizan un ritual para que, cual ruleta rusa, el azar termine con la vida de uno de ellos. Octavio apunta a Gretel, dispuesto a matarla, hasta que el hierro de su propia arma le quema las manos.