Agustín Villalba (Heredia) ya no es el muchacho que ahogaba sus penas de amor en alcohol. Desde que fue resucitado gracias a las virtudes de la laguna de Santa Elena, tiene un don muy particular: posee la capacidad de predecir el futuro, como una versión masculina de la mítica Casandra en su entorno rural.
Pero lo que podría ser entendido como una gracia divina, para Agustín representa una maldición. Cada vez que tiene la visión de una tragedia, indefectiblemente se cumple aunque intente impedirlo, aunque quiera advertir a los demás pero nadie lo escuche.
Mientras tanto, Rafael (Castro) busca qué hacer con la fortuna que ha heredado. Y aunque pueda darse todos los gustos y disfrutar de todo aquello que desea, prefiere encontrar la manera de ayudar a sus compañeros de trabajo, su verdadera familia.
