No fue fácil para Celeste Muriega llegar a la pista de Bailando: "Nada fue fácil para mí", repite una vez iniciada la charla, mientras enciende la pava eléctrica y prepara el mate, su más fiel compañero. Ceba un par de "dulces", picotea unas galletitas, y nos invita a pasar al living.
Celeste se sienta con las piernas cruzadas en el sofá, sonríe y habla con naturalidad. No imposta la postura, la voz, ni siquiera elige las palabras que usa cuando habla. Ella es así, una piba de Haedo que soñaba con bailar y que nunca dudó que su destino era el baile.
El departamento donde charlamos con Celeste es de su novio, Alejo Clérici, quien vive en Dubai (es la mano derecha de Diego Maradona), pero a pesar de la distancia el contacto es permanente, mensajitos de voz cargados de palabras cariñosas que van y vienen todo el tiempo a uno y al otro lado del océano. Se extrañan, se quieren, no se olvidan.
Comienza la entrevista. Celeste nos habla de su infancia, de su familia, de sus comienzos. Sí, con tan solo 9 años debutó sobre el escenario en un festival infantil de la mano de su papá, también bailarín.
Pero con los años llegaron los medios, la popularidad, el teatro, la fama. Y con ella, también las complicaciones. La felicidad de llegar a la pista de Bailando, muchas veces, se fue opacada por ciertas reacciones del jurado, a veces demasiado duro con la joven bailarina.
Y a pesar de eso, Celeste nunca pensó en resignarse, en abandonar el programa en pegar el portazo, "ya lo dije, nunca fue fácil para mí", dice una vez más; pero también nos cuenta que encontró una manera de no engancharse con lo negativo, de disfrutar a pesar de todo: "Uno no termina de disfrutar el presente por pensar en el futuro o en lo que pasó, y eso no nos permite el vivir el momento porque siempre hay cosas que te atan... Si uno da el ciento por ciento de lo que quiere, de lo que desea, si uno ya lo dio todo, se dé o no se dé, vos ya diste tu cien y si no se da es porque no tenía que ser".
Mirá otros momentos de la entrevista en la casa de Celeste
