“La casa del pesebre”, así conocen en el barrio de San Telmo a la vivienda de las hermanas que, desde hace 73 años, cumplen con una particular tradición: la de armar un pesebre que, con el correr de los años, se convirtió en uno de los mayores atractivos de la zona en Navidad.
Niños, vecinos, casuales transeúntes se detienen frente a las ventanas, abiertas hasta Reyes, para ver la instalación de más de 400 piezas: “Algunas nos las regalaron los vecinos, otras llegaron desde Italia. El Niñito Jesús es el más antiguo, está desde el principio”, cuentan las ancianas responsables de tamaña hazaña.
Según contaron las mujeres, el 8 de noviembre comienzan con el armado que se extiende hasta el 8 de diciembre. Cada segmento, representa una escena de los avatares de María y José hasta que Jesús, finalmente, llegó al mundo.
El pesebre está armado en lo que, durante el resto del año, es un comedor. Debajo del paisaje de cartón pintado, del Niñito Jesús, de los animales y los Reyes Magos, dormitan los muebles, ocultos e inútiles hasta nuevo aviso.
