Roberto Bubas es un guardafauna de Puerto Madryn y también es la única persona en el mundo que puede nadar e interactuar con las orcas en estado salvaje, cuando las mismas se acercan a la península Valdés a alimentarse de leones marinos.
En 1992, Beto comenzó una relación superadora con las mal llamadas ballenas asesinas, ya que son más cercanas a los delfines que a las ballenas. "Estaba llevando adelante un monitoreo científico y me metí al agua con mi libreta y mi lápiz. Empecé a chapotear con una de las manos y, como son muy curiosas, se acercaban, pasaban a 4 o 5 metros. Yo les tenía respeto, no miedo", recordó.
"Un día que no me metí al agua, pasó algo muy raro. Una, de un grupo de cuatro, me trajo con la boca un manojo de algas y me la dejó en los pies. Agarré el manojo y dije 'vamos a jugar'. Lo arrojé lo más lejos que pude y lo fue a buscar y lo trajo de vuelta. Ahí se sumaron las otras tres y fueron unas tres horas de juego", le contó a Eddie Fitte.
"Durante una semana me esperaron todos los días a la misma hora para jugar", reveló.
Desde entonces, ha tomado a las orcas de Valdés como su otra familia, a pesar de que durante años llevó la relación en secreto por temor a ser sancionado por incumplir la ley que prohíbe el contacto con animales marinos.
