La historia conmovió a todos: Verónica, una madre cordobesa, fue al Hospital Materno Neonatal de su provincia para dar a luz. Pero al llegar, a pesar que la mujer aclaró que sus contracciones indicaban que el bebé estaba por nacer, la hicieron esperar. Y esperó tanto que, cuando fue al baño porque ya no soportaba el dolor, la cabeza se su bebé se le asomó entre las piernas.
Con el bebé a medio nacer, sin pantalones, sin que nadie velara por su privacidad, su intimidad ni mucho menos por el bienestar del niño o de la madre, la mujer tuvo que ponerse de pie, subirse a la camilla que llegó tarde (muy tarde) y, recién entonces, fue conducida a la sala de parto: "Vi que la cabeza de mi hija se asomaba y la tuve que sostener para que no cayera ni al inodoro ni al piso".
Mientras la asistían, Verónica fue blanco de maltratos y acusaciones: "Yo no tengo la culpa que vengan a último momento", gritaba el médico que la ayudaba a subir a la camilla. Peor lo cierto es que ella hacía más de una hora que esperaba ser atendida: "No tenía pantalones, no tenían ni una frazada para tapar a la beba, tuve que pedirles que tapen a mi hija con mi abrigo. Llegué temblando a la sala de parto", confesó la mujer.
Santo Biasatti viajó a la provincia de Córdoba para registrar el baño donde nació la beba de Verónica, un pequeño cubículo de dudosas condiciones higiénicas. Un sitio al que ni siquiera pudo acceder la camilla porque no pasaba por la puerta.
Además, Santo entrevistó a la responsable del hospital, quien explicó que se trataba de un hecho excepcional, al igual que los médicos, quienes se excusaron diciendo que ellos estaban atendiendo a otros pacientes y que ni Verónica ni su bebé estuvieron desatendidas, solo tuvieron esperar "unos minutos". Sin embargo, las imágenes y el testimonio de Verónica son contundentes.
