La estación Pasteur (correspondiente a la línea B del subte) dejó de ser un cúmulo de andenes, vías y gente que, presas de la prisa cotidiana, no deja de mirar sus relojes. Reinaugurada como "Pasteur-AMIA", ahora la estación es una invitación a la reflexión, a la memoria y a, 21 años del trágico atentado a la sede de la AMIA, un mancomunado pedido de justicia.
Federico Wiemeyer visitó, junto a su drone, cada rincón de la estación para mostrar los 26 murales donados por los más reconocidos humoristas gráficos argentinos, quienes , en solo una viñeta, son capaces de resumir el horror, el dolor y la angustia de una sociedad que aún no puede castigar a los culpables.
Otro de las piezas más destacadas de la estación, es un reloj que, a simple vista, parece solo eso: un reloj que funciona mal, porque siempre marca las 09:53. Pero si se mira con detenimiento, uno pronto se da cuenta que el reloj no está detenido, sino que marca la misma hora, el momento exacto en el que estalló el edificio de la AMIA. Y mientras no se haga justicia, la hora no avanzará.
Uno de los homenajes más emotivos es sin duda la réplica del primer murallón que se montó frente a la AMIA luego del atentado. Una pared negra en la que los familiares de las víctimas escribieron con letras blancas los nombres de los fallecidos.
Quizás ahora, valdrá la pena dejar de caminar a toda prisa por los andenes, alzar la vista, mirar las paredes, reflexionar y formar parte de una sociedad que exige memoria y justicia.
